Wolverine: Enemy of the State (Wolverine nos. 20 al 25)

Guión: Mark Millar

Dibujo: John Romita Jr.

Tintas: Klaus Janson

Aunque su primera aparición data de 1974 - en el ahora mítico enfrentamiento contra Hulk en el número 180 de la colección del gigante esmeralda- no sería hasta principios de los 80 cuando Marvel comenzaría a pensar en otorgar más protagonismo al mutante de garras afiladas que aquí conocemos como Lobezno. Vería así la luz en 1982 la conocida miniserie de cuatro números con guiones del por aquel entonces fértil Chris Claremont y dibujos de un Frank Miller recién salido de saborear las mieles de Daredevil. La miniserie tuvo un éxito inesperado debido más a la sobresaliente labor de Miller a los lápices que a un Claremont que ya comenzaba a conocer días mejores.

Sea como fuere, el éxito de la miniserie condujo a Marvel a pensar que ya era hora de lanzar una serie regular con Lobezno como protagonista absoluto. Pero la serie se hizo esperar y no fue hasta 1988 cuando el primer número de Lobezno vería la luz. Con Larry Hama a los guiones y un primerizo Cary Nord (¿quien iba a pensar que llegaría a los niveles de la actual serie de Conan?) Lobezno arrancaba una singladura que lo llevaría hasta los 189 números. En este primer volumen, y durante sus primeros treinta números, multitud de autores dejarían su impronta en el singular personaje. Guionistas como Chris Claremont, Peter David, Archie Goodwin o Jo Duffy relatarían sus aventuras acompañados de dibujantes como los legendarios John Buscema o John Byrne.

Ya en el número 31 comenzaría la andadura del guionista que estaba llamado a definir durante más de siete años al canadiense más malhumorado del mundo del cómic. Larry Hama comenzaba entonces un trabajo que sentaría por completo las bases de lo que Lobezno debía ser. A su lado, dos dibujantes fueron los que mayor huella dejaron a su paso. Por un lado Marc Silvestri, principiante que casi se estrenaba con la serie del mutante; por el otro Adam Kubert, que llevaría la colección durante más de tres años, redefiniendo el look de Lobezno para una nueva generación. Durante la estancia de Hama, quizás lo más significativo sea el punto de inflexión que supuso el momento en el que Magneto despojaba a Logan del Adamantium que forraba sus huesos, comenzando así una degradación del personaje que descubriría, números más tarde, que sus garras eran de hueso. La citada degradación llevaría a Lobezno a un estado feral en el que su aspecto pasaría a ser (según el dibujante de turno) una mezcla extraña entre un lobo y un orangután. Gracias a dios todo pasa, y poco a poco Logan recobraría su aspecto humano mientras que la colección, ya con Hama fuera de ella, comenzaba a dar tantos tumbos como cambios se operaban en sus filas creativas. Así, desde el número 118 -último de Hama- hasta el 189 -último del primer volumen- serían guionistas de la serie más de 10 escritores diferentes, entre los que podríamos citar a Warren Ellis, Tom De Falco, Chris Claremont (otra vez), Fabian Nicieza, Erik Larsen, Steve Skroce, el temido Rob Liefeld o Frank Tieri. Con este último (si no contamos los dos últimos números) llegaría el primer volumen a su fin, habiendo resistido quince años sin sucumbir a los innumerables cambios editoriales.

No sería justo continuar con el relato de la historia de Lobezno sin hacer una breve referencia a dos de las piedras fundamentales para la comprensión de tan complejo personaje. Primero, la miniserie Arma-X publicada por Marvel en 1990 y pergeñada, íntegramente, por Barry Windsor-Smith (el autor que nos legó las mejores adaptaciones del Conan de Robert E.Howard). En dicha miniserie, Windsor-Smith abundaba en algunos de los detalles de los experimentos que el gobierno, a través de un programa llamado Arma-X, llevaba a cabo en mutantes. Los sugerentes dibujos del autor londinense, unidos a un guión que planteaba más preguntas que respuestas convirtieron a la serie en un éxito inmediato y durante años los lectores exigieron más datos acerca del verdadero origen de Logan. Así es como, en un intento de dar respuesta a todas las preguntas, y bajo el auspicio del siempre polémico ex-presidente de Marvel, Bill Jemas; se pone en funcionamiento la maquinaria que llevará a la aparición, a mediados del 2001 de la miniserie de 6 números titulada simplemente Origin. La expectación que crea la miniserie sólo es comparable a la que en su momento produjo el anuncio de la muerte de Superman (aunque esta incluso llegó a trascender a los medios de comunicación de medio mundo). Con guiones del siempre eficaz Paul Jenkins y lápices sin entintar de Andy Kubert (coloreados directamente por Richard Isanove) la miniserie ofrece una historia más cercana a un culebrón sudamericano que a lo que el público esperaba, y la decepción es generalizada. Revisada hoy, queda como una anécdota sin mayor trascendencia.

Llegamos así al 2003, año en el que se inicia el actual volumen de la serie de Lobezno. Con Greg Rucka como guionista (aclamado escritor de la serie de espionaje Queen and Country) y Darick Robertson a los lápices (recién salido de su larga estancia en Metropolitan) los 19 números que ambos realizan se cuentan entre lo mejorcito escrito para el mutante y sirven como preludio perfecto para la llegada de uno de los mejores guionistas de la actualidad, un hombre capaz de convertir en oro todo aquello cuanto toca y de hacer que Garth Ennis (el trasgresor guionista de Predicador) vuelva a leer cómics de superhéroes, me refiero, evidentemente a Mark Millar. Con las puertas abiertas en Marvel tras el éxito sin parangón de la primera serie de Ultimates...¿cómo?, ¿que no la habéis leído todavía?, pero...¿a qué estáis esperando?...Millar se compromete (al margen de seguir a los guiones del segundo volumen de Ultimates y de alguna que otra cosilla más) a escribir 12 números de la serie de Logan, 6 de los cuales son el objeto de esta reseña. El equipo creativo de la colección se completa con un tándem de lujo: a los lápices un John Romita Jr. pletórico al que Millar ha conseguido arrancar de una larguísima estancia en la colección The Amazing Spider-man; y a las tintas un veterano como la copa de un pino, Klaus Janson (el que fuera entintador de Miller durante toda su etapa en Daredevil y en Dark Knight Returns). Con los buenos augurios que trae tan excelso equipo comienza un año que promete emociones muy fuertes.

Una vez leídos estos primeros seis números he de decir que no sólo cumplen con las expectativas creadas por los comentarios de Millar, las superan de lejos. Un niño, sobrino de la difunta Mariko (la que fuera prometida de Logan), es raptado por error en Nagasaki. La policía no hace nada e Ichiro, su padre, se pone en contacto con Logan para que lo encuentre. Lo que nuestro héroe no sabe es que La Mano (la banda de criminales que entrenó a Elektra) está detrás de todo junto con Hydra (otra asociación de gente con la que mejor no juntarse) y que todo es un montaje para capturar a Lobezno. Lo próximo que sabemos es que nuestro mutante favorito se esta recuperando de múltiples heridas en un barco de S.H.I.E.L.D. Pero lo peor está por llegar: Hydra le ha lavado el cerebro a Logan y lo ha convertido en un soldado a merced de sus órdenes. El objetivo: acabar con todo aquel superhéroe que se ponga por delante en un intento de "liberar" a la humanidad de sus protectores.

Desde el primer número se nota que Millar cuenta con la libertad que le otorga el sello Marvel Knights (del que ya he hablado en más de una ocasión) para que el cómic no se ande con reparos: las muertes que Lobezno va repartiendo a diestro y siniestro son de lo más gráficas y no dejan muchas concesiones de cara a la galería. La labor de Millar es excelente y estos seis primeros números te agarran de tal manera que no eres capaz de soltar el tomo que los recopila hasta que lo has acabado (eso al menos me pasó a mí): unos diálogos que no dejan lugar a idioteces, perfectamente enhebrados y con personajes que por mucho que conozcamos no dejan de sorprendernos, son algunas de las virtudes que Millar aporta a este Enemy of the State. En cuanto a la labor de Romita y Janson nada se puede decir en su contra; Romita es un dibujante consumado (y mira que este hombre no me gustaba hace años...hay que estar ciego) y lo demuestra en todas y cada una de las páginas que completan el tomo; por su parte Janson no se deja llevar como en otras ocasiones - en las que su personal forma de entintar ahogaba por completo el dibujo- y complementa con sus tintas los excelentes lápices de Romita.

Con un último número plagado de sorpresas que me hizo soltar más de una exclamación de admiración, no puedo sino recomendar enfervorecidamente la nueva etapa de Millar al frente de la colección, instándoos desde estas líneas al mes de Enero, cuando podréis averiguar como termina su devenir con Lobezno.

Lo Mejor: Que Millar da con el punto del personaje en las primeras páginas, mostrándonos al Lobezno que todos queremos ver, el salvaje.

Lo Peor: Que esta etapa sólo vaya a durar 13 números.

El Momento: Lobezno escapando del barco en el primer número, y el ataque a la Escuela de Xavier en el sexto.

Guión: 9'5 de 10

Dibujo: 9 de 10

Total: 9 de 10

 
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